HORACIO QUIROGA: El Hombre de la Selva

ARTESANO, JUEZ DE PAZ y ESCRITOR. Nacido en Uruguay, vivó entre Buenos Aires y Misiones. Sus cuentos tienen de fondo la hostil selva misionera y sus personajes errantes. Conocemos a QUIROGA a 144 años de su nacimiento.

De Baires a la Selva Misionera

Había nacido el último día del año de 1878, en Uruguay, en la ciudad de Salto. Vivió en Buenos Aires hasta que flaco y barbudo después de un viaje a París, en el que se quedó sin un peso, acompañó a Misiones al escritor argentino de principios de siglo, a un peso pesado, Leopoldo Lugones. Horacio Quiroga, fue como fotógrafo, y se enamoró de la selva misionera como de Alfonsina Storni, fue uno de sus apasionados amantes- y se alojó en la selva misionera. ¿Qué escritor era este rioplatense que terminó en la primitiva Misiones?. Según su amigo Ezequiel Martínez Estrada, “un escritor que no difería de su actividad como constructor de canoas, leñador, o asceta”. Quiroga, un maestro del relato, con habilidades manuales, podía encontrárselo, trabajando en su taller, o sembrando palmeras. Incluso levantó su propia choza, donde vivió. Algunos escritos para conocerlo. Veamos.

Sus relatos: entre la ficción y lo real

Bajo el sol agotador en la hora de la siesta, un jornalero brasilero machete en mano está cavando un pozo, de un metro y medio de profundidad, para plantar en el monte cinco palmeras. A palada limpia sin parar, más que que, cada tanto, secarse la frente. En la década del 20´, San Ignacio, era un lugar de baldíos, con casas desvencijadas o a medio hacer, y largas calles de tierra colorada, rodeada por una selva inhóspita. El patrón va a asegurarse el trabajo del brasilero, porque no oye ruido, y cuando se acerca ve al moreno empapado, y sacando tierra con un ritmo firme. La escena que es ficción, en el cuento Un Peón de Horacio Quiroga, también es real. Olivera, el peón es brasilero, porque como cuenta en su gran texto El País de Quiroga, Rodolfo Walsh, “El gringo quedó como dueño de la tierra, y el peón es siempre criollo, misionero, paraguayo y brasileño”, es la historia colectiva de Misiones, con sus diferencias, étnicas, culturales y sociales.

Sin hacer de esto una bandera política, ni siquiera sosteniendo un discurso encendido, ni proponerse una pedagogía para las masas, como muchos escritores de izquierda, en sus cuentos Quiroga, muestra la asimetría, la diferencia entre peones y patrones. El trabajo en Misiones se relaciona con el esfuerzo físico y la lucha de cada trabajador contra la hostilidad de la naturaleza en oficios pesados y manuales. No sólo es la hostilidad de la naturaleza, sino el maltrato, y el trabajo esclavo propuesto por los patrones, de un yerbatal, o quebrachal, o cualquier iniciativa que tomaran los hombres bien que habitan la tierra colorada.

Cuenta también el Diario uruguayo El País que entre 1908 y 1913, a Quiroga le pasan muchas cosas:

“Construye su casa hasta trasladarse a Misiones, se casa con Ana María Cires, abandona la docencia y ejerce con poca dedicación su cargo de juez de paz y oficial del registro civil en la jurisdicción de San Ignacio…”

DIARIO EL PAÍS. HORACIO QUIROGA EN FOLLETINES.

Una Bofetada

En el relato Una Bofetada, Quiroga invierte la crueldad, y en un acto de justicia poética, un mensú somete violentamente a su empleador. En un día libre los mensú se divierten tomando alcohol por demás, y finalmente el patrón va a poner orden. a uno de los peones lo abofetea, y lo ata contra el mástil de la embarcación. La humillación será vengada por el peón que aprovechando la circunstancia, lo interna en la selva, lo golpea y lo obliga a caminar kilómetros. A partir del maltrato y un esfuerzo extremo, el patrón (Koner en la ficción), queda moribundo, y el mensú escapa en canoa, cruzando la frontera al Paraguay. De esta manera el escritor invierte el patrón de justicia, en un ámbito donde el patrón es dueño y señor de un grupo de hombres, pone orden a rebencazo, sablazo, el castigo físico es parte de una justicia a medida de los poderosos. Quiroga no toma partido, pero la historia la toma por él. De esta manera en Una Bofetada, la justicia parte del sometido contra el dominador. Una justicia que de más está decir se encuentra fuera de los canales institucionales. Recordemos que el mismo escritor fue juez de paz, en San Ignacio.

No hay justicia, no hay instituciones, o tal vez no haya nada, tal vez Van Houten, Else, Tirafogo, inventores fracasados que son parte del relato de Los Desterrados, personajes que transitaron los relatos pero también la vida en la selva misionera junto al escritor, uno los termina queriendo, porque a fuerza de fracasos, estos seres errantes, inventan Misiones. Porque a este territorio, no quedaba otro que inventarla, que hacerla de cero.. Una región que era parte del Territorio Nacional, el gobernador lo elegía el poder central y no vivían más de 40.000 personas en la década del 20´. Allí residió Quiroga, para inventar o contar las historias, que escuchó o imaginó en el Bar Las Ruinas, lugar que hoy, por supuesto no existe.

IMÁGENES Y CITA: Diario El País. 30-06-19

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